Cada vez es más frecuente ver la intensa relación que llegan a tener algunos humanos con los animales. Un claro ejemplo son las miles de fotos y vídeos que llenan las redes sociales de perros, gatos y otros animales, a veces incluso disfrutando de la misma comida que sus cuidadores o de vacaciones.

Algunas personas deciden tener una mascota cuando se quedan solas, porque perdieron a su compañero de vida o las decepcionó un amor, o simplemente para ampliar la familia.

Si eres de los amantes de la compañía animal, tal vez en alguna ocasión puedes haber llegado a pensar que ésta es como tu hijo. Si piensas que tienes un cariño desmedido por tu mascota, no te espantes. ¡Tal vez sea algo natural!

Investigadores del Hospital General de Massachusetts (MGH) analizaron las diferencias en las estructuras cerebrales que se activan cuando las mujeres ven imágenes de sus hijos y de sus propios perros. Así hallaron que la actividad cerebral que se registra en una mujer al pensar en un hijo es parecida a la que se registra cuando piensan en sus mascotas.

“Las mascotas tienen un lugar especial en los corazones y las vidas de muchas personas, y hay pruebas concluyentes de estudios clínicos y de laboratorio que indican que la interacción con animales puede ser beneficiosa para el bienestar físico, social y emocional de los seres humanos”, asegura Lori Palley, veterinaria del Centro de Medicina Comparada del MGH, y co-autora del informe, en la nota de prensa del Hospital.

Los expertos compararon los patrones de activación del cerebro involucrados con el vínculo humano-mascota y el vínculo materno-infantil en mujeres con al menos un hijo o hija y un perro

De 16 mujeres inicialmente inscritas, la información completa y los datos de la resonancia magnética, fue correcta para 14 participantes. Los estudios de imágenes cerebrales revelaron similitudes y diferencias en la reacción de regiones importantes del cerebro al ver las imágenes del propio hijo y del propio perro.

“Existe una red común de las regiones del cerebro implicadas en la emoción, la recompensa, la afiliación, el procesamiento visual y la cognición social cuando las madres vieron imágenes tanto de su hijo, como de su perro”, señaló el estudio.

Los investigadores destacaron, sin embargo, que es necesario replicar estos hallazgos en poblaciones más grandes que la utilizada para el estudio -de solo 14 mujeres-. Y también en mujeres de otras características, como mujeres sin hijos, padres, y padres de hijos adoptivos.

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