El capuchino Iberá, un ave de apenas ocho gramos, originario y habitante de los pastizales del humedal correntino y cuya existencia se descubrió para la ciencia en el 2016, continuará en la mira de investigadores y guardaparques por lo menos hasta el 2030.

Comedor de granos, Sporophila Iberaense según su nombre científico, tiene como único lugar para su reproducción al Iberá y constituye “un valor focal para el Parque Nacional Iberá” (PNI) creado en el 2018 y que se extiende en poco más de 183.000 hectáreas, según dijo a Télam el intendente de esa área protegida, Daniel Rodano.

“En nuestro plan de gestión en el que se establecen los valores que queremos conservar -especies, paisajes, recursos culturales que pueden ser materiales o inmateriales- la sporophila fue elegida como foco de trabajo para los próximos 10 años del parque”, precisó el responsable del PNI, cuya una de sus misiones es brindar apoyo pleno a los investigadores que se asientan en los distintos ambientes.

Rodano agregó que existen “unas 15 especies de capuchinos identificados que conviven en más de un millón de hectáreas”, la Sporophila en particular saltó a la fama mundial tras la publicación en la revista científica Science de una investigación en la que participaron Adrián Di Giacomo y Cecilia Kopuchian junto a expertos de EEUU y Brasil.

Di Giacomo, doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y al frente del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal), ubicado en Corrientes, detalló “nos dedicamos a estudiar especies en peligro de extinción y aspectos de conservación como la identificación de áreas claves para conservación y creación de áreas protegidas”, durante una entrevista con esta agencia.

Télam: ¿Cuál es el aporte científico referido a la sporophila que se publicó en la revista Science?

Di Giacomo: Pudimos estudiar un proceso de formación de especies en las aves que es algo muy difícil de abordar. Los capuchinos de diferentes especies viven en los mismos sitios y casi no tienen diferencias genéticas, entonces podrían cruzarse entre sí y tener descendencia fértil. Sin embargo, descubrimos que, a pesar de ello, se mantienen aislados entre sí, utilizando el canto y el plumaje. Las hembras seleccionan machos con un tipo de canto y coloración, por eso es un mecanismo denominado de selección sexual. El mecanismo de evolución clásico de formación de especies es el de la “selección natural”.

T: ¿Cómo describiría a esta variedad de capuchino y por qué decidieron investigarlo?

DG: El Capuchino Iberá es una especie de ave descubierta por la ciencia en el 2016 en los Esteros del Iberá, lo cual es un hecho destacado pues se descubren unas 5 a 6 especies nuevas de aves para la ciencia cada año. En Argentina el Macá Tobiano es la especie anteriormente descubierta en 1974 en las mesetas de Santa Cruz. Estudiamos a las aves de los Esteros del Iberá desde hace varios años, incluida esta especie, ya que los pastizales naturales están en disminución a nivel mundial, y el Iberá es un lugar donde se encuentran muchas poblaciones de aves en peligro de extinción.

T: ¿Cuál es la amenaza que se cierne sobre los capuchinos?

DG: Se considera amenazada porque su población es muy pequeña en relación a otras especies de aves y se conoce un solo lugar de reproducción. Se estima una población muy pequeña, de unos 1.000 individuos, y que conformaría una única población reproductiva que habita principalmente los Esteros del Iberá. Por otra parte, el hábitat de esta especie que son los pastizales naturales y humedales están amenazados por las actividades agrícolas y por el cambio climático. La perdida de pastizales por el uso agrícola y forestal aumenta la vulnerabilidad de estas especies amenazadas. También debido a que es una especie migratoria que se reproduce en los Esteros del Iberá y luego migra a través de Paraguay hasta el centro de Brasil y el este de Bolivia, presenta amenazas fuera del área reproductiva.

T: ¿Cuál es la importancia en particular de los capuchinos Iberá?

DG: Es una especie de distribución muy restringida, toda su población conocida se reproduce cada año después de la migración, en los Esteros del Iberá. Se encuentra amenazada, es además un miembro del grupo de los capuchinos que son aves muy interesantes desde el punto de vista del estudio de los mecanismos de la evolución, comparables por ejemplo, a los pinzones de Darwin que habitan las islas Galápagos y que son un modelo para el estudio de estos procesos de formación de especies. En nuestra reciente publicación en la revista Science proponemos un mecanismo de la formación de especies en los capuchinos que opera a través de la selección sexual que realizan las hembras.

T: ¿Qué cantidad de especies de aves hay en el Iberá?

DG: Alrededor de 400 especies de aves, habitando humedales, pastizales, bosques del espinal al sur, y bosques húmedos al norte.

T: ¿Cómo describís al Iberá desde lo ambiental y en comparación con otros ecoambientes del país?

DG: El Iberá es considerado hoy en día una ecorregión de nuestro país, así como lo es la Selva Paranaense, las Pampas o las Yungas. Es una gran depresión que contiene un mosaico de ambientes como pastizales, lagunas, esteros, bosques. Debido a la presencia de agua en la mayor parte de su superficie es considerado uno de los humedales más grandes de Sudamérica.

T: ¿Cómo sigue su trabajo?

DG: La biología de la conservación tiene un propósito que va más allá de ampliar el conocimiento científico sobre los problemas que afectan a la biodiversidad, sino que se propone buscar soluciones y ponerlas a prueba. Por eso mi trabajo de investigación se enfoca en determinar las causas de la perdida de biodiversidad en nuestros ecosistemas, en especial las aves de pastizales naturales, y evaluar o experimentar estrategias y proyectos para evitar esa pérdida a través de acciones de manejo de hábitat, o de las poblaciones de las especies.

Fuente: Télam

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