Investigadores del Instituto de Microelectrónica de Barcelona (IMB-CNM) del CSIC y la Universidad de Bath (Reino Unido) han fabricado e introducido chips dentro de células vivas para detectar los cambios mecánicos que se producen en las primeras etapas del desarrollo embrionario . Los detalles los publican esta semana en la revista Nature Materials.

El chip funciona como sensor mecánico y es extremadamente minúsculo: mide apenas 22 por 10,5 micrometros, con 25 nanometros de grosor. Esto significa que tiene una longitud tres veces más pequeña que el diámetro de un cabello humano, y un espesor tres veces menor que el de un virus como el SARS-CoV-2.

Los dispositivos se han fabricado en la sala blanca del IMB-CNM bajo la supervisión del científico José Antonio Plaza. Luego, en un laboratorio de la Universidad de Bath, otro equipo dirigido por Anthony C. F. Perry ha inyectado el chip junto con un espermatozoide en el interior de un óvulo de ratón para analizar las etapas tempranas de la fertilización. Este proceso inicial ocurre de forma similar en los humanos.

Con el dispositivo dentro, han podido medir las fuerzas que reorganizan el interior del óvulo, es decir, su citoplasma, desde que se introduce el espermatozoide hasta que se divide en dos células.
La coreografía del desarrollo embrionario

“Haciendo un símil con el baile, el embrión realiza una coreografía de movimientos durante su desarrollo y hemos visto que no sólo el movimiento es importante sino también la intensidad del mismo”, comenta Plaza, “y a través de microscopia, podemos ver cómo el chip se dobla en el interior de la célula”.

“Dado que hemos modelizado y conocemos perfectamente qué fuerza hay que aplicar para que se doble el chip de una determinada manera -añade-, visualizando la curvatura podemos inferir qué fuerzas mecánicas se están dando en el interior celular”.

Fuente: Diario La Nación

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