“Mi hermano era muy amigo con Diego. Lo vino a buscar varias veces, lo quiso llevar a Italia, pero mi hermano no quiso. Después lo hizo buscar varias veces, pero Pichón hasta se escondía debajo de la cama”, contó Antonio Pacheco, hermano de Alberto, el muchacho que llora desconsolado tras haber perdido una final con la Selección de Corrientes contra Entre Ríos en los Juegos Evita 1973.
Junto a Alberto (Pichón) aparece un pibe que con los años se convirtió en dios y genio del fútbol: un tal Diego Armando Maradona.
Antonio, en diálogo exclusivo con La Dos, rememoró épocas compartidas por su hermano (fallecido trágicamente hace unos años) con el astro que nos dejó hace poco.
“Diego lo llevó a jugar a Argentinos. Lo acompañaba a los entrenamientos. Y nosotros íbamos con mamá a la casa que Diego le compró a sus padres. Yo de chico jugaba con Lalo y Hugo”, recordó.
No quiso ir, se escondió debajo de la cama
“Mi hermano decía que no quería molestarle porque era muy tímido. En su momento antes de ir a Italia a jugar al Nápoli, dos guardaespaldas de Diego vinieron a buscarlo pero no quiso ir, se escondió debajo de la cama”, repitió.
“Diego le quería llevar para compartir, para ayudarlo. Pero mi hermano no quería saber nada. Empezó a tener problemas con la bebida, y tal vez por eso evitó reencontrarse… tal vez tenía un poco de vergüenza”, admitió Antonio.
Una particular historia
El testimonio de Antonio provocó silencios comprensibles… y una carga emotiva inevitable.
Es que cuesta entender –en el tiempo- cómo se gestó aquella foto histórica que graficó un momento deportivo único: con el entonces pibe Maradona consolando a un chico correntino que perdió una final
“Yo fui con mamá a esa final. Corrientes perdió por penales la final y mi hermano no paraba de llorar. El pibe, que después supimos era Maradona, se acercó y hasta le acompañó a mi hermano a recibir la medalla. Después siempre estuvieron en contacto. Pero mi hermano no quería que se sepa mucho esa historia”, contó.
Corrientes perdió por penales la final y mi hermano no paraba de llorar
“Cuando lo consolaba Diego le dijo que se quede tranquilo… que perdieron pero que no era nada y desde ahí se hicieron muy amigos. Le dijo que en el fútbol se gana y se pierde, que no tenía porqué llorar”, agregó Pacheco.
“Mi hermano jugó en varios equipos de la Liga Correntina, en Alvear, en Lipton; y después jugó en los barrios. También le probaron en River y en Boca, ahí quedó. Pero siempre quiso volver. Era muy buen jugador… de los buenos en serio”, recordó.
La muerte del 10
“Diego iba a ser el padrino de mi hijo, él se llama Jonathan Diego Armando, y como estaba de viaje no pudo venir”, recordó.
Antonio recordó cómo se enteró de la muerte de Diego: “había terminado de comer, y miré la noticia en la tele. Sentí que se me fue una parte muy buena de mi vida… mi hermano y él siempre fueron eso”.
“Nunca dijimos nada de esta historia, no queríamos aprovechar el nombre de Diego para trascender”, aseveró.