Quienes eligen cosméticos que no son testeados en animales prefieren usar condones que también garanticen su elaboración.
Parece una extravagancia pero no lo es. Cuidar que sean al gusto y comodidad de cada persona es fundamental para garantizar su uso. Hoy nadie duda de que los preservativos son la mejor opción para evitar la mayoría de las infecciones de transmisión sexual, incluso que es la más efectiva hasta el momento para evitar el contagio del VIH-Sida. Por eso se recomienda y se insiste tanto en su uso como forma de proteger la salud.
En general todas las explicaciones sobre la forma de usar los condones se refieren a no mezclarlo con sustancias que puedan corroer el látex con el que está fabricado (como algunos aceites y lubricantes), a utilizarlo una sola vez por relación sexual, a colocarlo antes del inicio del coito y controlar que no tenga raspones ni pinchaduras.
Poco o nada se habla acerca de los materiales que se usan para su elaboración y casi nadie podía imaginar que el preservativo pudiera causar alergias o que tiene componentes derivados de animales en su fórmula. Si antiguamente los primeros fueron hechos con intestino de cordero, era lógico suponer que en la actualidad, con los progresos en la ciencia, la tecnología y la industria, esta materia prima ya no se utiliza y que sólo se elaboran con el popular látex.
En parte esto es así, pero aunque no es algo que se conozca demasiado, todavía se fabrican dispositivos en base a goma de cordero. Otra condición que los haría no aptos para veganos es que para que el material se vuelva más suave y flexible se los lubrica con caseína, una proteína extraída de la leche.
La solución es usar condones veganos, fabricados sin caseína ni otros elementos de origen animal. Tampoco fueron testeados en animales sino con mecanismos electrónicos por los que se los considera libres de crueldad.
Los productores de preservativos no están obligados a declarar por completo los ingredientes y la composición de sus condones, por eso no es tan sencillo encontrar preservativos veganos. Tal vez existan marcas en el mercado nacional que sean aptas, pero no están certificadas. Las que lo están, tienen un sello. Es importante que estén identificados, porque no solo se usan por temas ideológicos: también recurren a ellos las personas alérgicas a los lácteos.
En Argentina la autorización para la comercialización de los preservativos la hace la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, ANMAT, pero el Laboratorio de Látex del INTI-Caucho es el único del país que se ocupa de los controles y ensayos de prueba de calidad de los profilácticos que se comercializan, tanto los de fabricación nacional como los importados.
Entre las cuestiones que se examinan de los preservativos se tienen en cuenta las dimensiones, largo, ancho y espesor de la película, y también la detección de poros y agujeros, además del testeo de presión máxima que soportan.
Los exámenes de laboratorio comenzaron a realizarse en la década del ’80, ante el incremento de casos de HIV, para preservar la salud pública y también por la necesidad de generar un reglamento técnico por parte de la Anmat y contar con la norma IRAM de calidad.