“Nunca se dejó de buscar. Cada vez que hay un dato, se investiga. Así se hace con todas las pistas”, comentó Pompeya Gómez. Las palabras de la mujer están relacionadas con el secuestro de Cristian Schaerer, producido en 2003, y por el que se pagó un rescate de 277 mil dólares. sin embargo, el muchacho, que por entonces tenía 21 años, nunca apareció.  Por estas horas, peritos especializados realizan la búsqueda en un riacho en Uruguayana, frente a la fronteriza localidad de correntina de Paso de los Libres, a partir de la declaración de un testigo protegido que hizo referencia a que en ese lugar se descartó el cuerpo del joven.

El 21 de septiembre de 2003 a las 23:30 aproximadamente, Schaerer estaba por entrar a su casa del barrio Las Tejas, en la capital correntina, cuando cuatro hombres a bordo de un Fiat Duna lo interceptaron y se lo llevaron. El joven no opuso resistencia. Un vecino fue testigo el secuestro pero Rodolfo “El Ruso” Lohrmann, líder de la banda delictiva, lo amenazó para que se volviera a meter en su vivienda. Después llegaron los sucesivos traslados de Cristian, entre los que figura su paso a Uruguaiana, lugar donde lo mantuvieron cautivo. 

 

En contacto con Equipo de Noticias (LT7 Radio Corrientes AM 900), Pompeya apuntó que ya se realizaron con anterioridad diferentes excavaciones en el lugar. Pero en las ocasiones anteriores, el riacho estaba crecido por lo que los trabajos se vieron notablemente dificultades.

“Tengo expectativas. Son muchas las versiones que indican que éste sería el lugar”, apuntó Pompeya.

La madre de Cristian corroboró que fue un “testigo encubierto” quien aportó el dato del lugar dónde estarían los restos de su hijo. Pero aclaró que integró “la banda de los Salgán”, brazo ejecutor del temible grupo delictivo.

De acuerdo a un informe difundido por el diario Clarin, el testigo en cuestión es brasileño y fue aportado por la Policía Federal de ese país que colaboró en varias tareas de inteligencia en el caso. 

A cambio de la ubicación exacta de los restos de Cristian -una información que ahora se intenta corroborar vaciando el arroyo-, el testigo reclamó el pago de la recompensa de un millón de pesos ofrecida por el Estado argentino. 

El brasileño declaró, intérprete mediante, ante el fiscal Ferrini a fines de 2018 y contó una historia que, aunque tiene baches, coincide con otros elementos de la causa. Según él, en el año 2005 -cuando la Gendarmería y la Policía Federal Argentina comenzaron a buscar a Cristian en una isla del Ejército Argentino, cerca de Paso de los Libres- la banda se puso nerviosa y decidió cambiar el cuerpo del lugar donde lo había enterrado.

“El Ruso” Rodolfo Lorhmann, líder de la banda que secuestró a Cristian Schaerer.

El testigo contó lo ocurrido como si alguien se lo hubiese narrado y no fuera él su protagonista. Pero por la cantidad de detalles del relato de esta tercera persona parece inventado para no incriminarse.

De acuerdo al testigo, un canoero (que no es él) fue contratado para cambiar a Cristian de su tumba original ubicada un metro bajo tierra, en un islote próximo al arroyo en el que se lo busca hoy, siempre del lado de Uruguayana.

Los restos de Schaerer fueron desenterrados, puestos en una bolsa de arpillera y trasladados unos pocos kilómetros. Finalmente se los arrojó en el afluente del arroyo Imboa, que no tiene una correntada importante. La declaración tiene puntos oscuros pero se corresponde con otros indicios de la causa.

Parte del riacho que van a desagotar en la búsqueda del joven correntino.

En el lugar marcado por el hombre se hicieron rastrillajes inmediatamente. Se usaron perros y buzos de Gendarmería que trabajaron con apoyo de buzos del Cuerpo de Bomberos Militar de Río Grande do Sul. A ciegas, por la poca claridad del agua, éstos usaron un sistema de ir buscando al tacto, por sectores, anclando boyas y revisando en forma concéntrica en el fondo, al tacto.

En el agua no se hallaron restos humanos, pero en los márgenes se encontró el extremo metálico de una pala y partes de una bolsa de arpillera, ambos elementos coincidentes con la descripción del testigo de identidad reservada.

Además, personal de Gendarmería reconstruyó a pie el camino entre el supuesto lugar de entierro primario y el lugar donde se habrían arrojado los restos. Y no encontró incongruencias en el relato. Era perfectamente posible hacer ese tramo a pie.

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