Un enfrentamiento entre narcos en Monte Caseros desnudó no sólo la penetración del millonario negocio de la venta de estupefacientes sino, además, que los efectivos policiales no están preparados para la confrontación.
El sábado 10 de agosto por la noche, en el barrio Termal en la sureña localidad correntina, una veintena de personas tomó una vivienda y amenazó de muerte a los moradores. La ocupación del terreno estaba emparentada al marcaje de territorio de los narcos y al enfrentamiento entre las bandas que pretenden liderar la comercialización de drogas.
La situación llegó a oídos de la Policía y la Comisaría 1 envió un patrullero con cuatro efectivos para intentar frenar la agresión. Fueron repelidos por los violentos quienes los apedrearon (destruyeron los vidrios del móvil) y los atacaron con armas blancas. Tras el repliegue, más uniformados llegaron desde la Comisaría 2 y el PRIAR.
A pesar del mayor número de efectivos, nada pudieron ante los agresores quienes, a esa altura, eran más de medio centenar. Lo único que lograron fue evitar la continuidad de la toma a la vivienda.
Dos policías resultaron heridos: uno de un piedrazo, el otro de un puntazo.
Ante el escenario totalmente adverso, el Comisario Inspector Claudio Fernández se despachó con una frase contundente: “Nosotros, como no contamos con los elementos necesarios para estos casos, (es decir, chalecos antibalas, cascos, escudos) y queríamos evitar más heridos, pedimos refuerzos a Corrientes (por la Jefatura de la fuerza)”.
Fue así que el lunes 13, llegaron tropas del Grupo de Infantería de Capital, del grupo Cuerpo de Operaciones Especiales de Mercedes (COEM) y del grupo canes de la unidad número 4 de Paso de los Libres. Junto a los efectivos locales (a quienes se les proveyó de los elementos de seguridad necesarios) llevaron adelante el procedimiento para atrapar a los agresores.
Según lo expuesto, los efectivos pudieron recién entonces detener a varios de los cabecillas de los enfrentamientos, también sindicados como líderes de las bandas narcos en esa zona de la provincia.
Más allá de la llegada de los efectivos de las fuerzas de élite de la Policía provincial, el suceso dejó en evidencia que los uniformados de calle y aquellos que prestan servicios en las comisarías no tienen ni la capacidad ni los elementos de seguridad necesarios para llevar adelante su labor.
Y mucho más grave: deben enfrentar a bandas narcos cada vez más peligrosas.