Llegó a Itatí luego de vivir nueve años en el hogar Tía Amanda de la capital correntina. Monseñor Andrés Stanovnik impulsó su traslado debido a la necesidad de un centro de mayor complejidad para atender sus necesidades motrices y cognitivas. A pesar del gran trabajo, las dificultades financieras continúan y las obras sociales todavía adeudan varios meses de cobertura a los residentes.
Rodrigo llegó a Itatí el 28 de octubre desde el hogar Tía Amanda, de la capital correntina, donde vivió desde los 2 años. Hoy tiene 11 y fue recibido en el Cottolengo Don Orione de Itatí, donde atraviesa un periodo de adaptación de tres meses antes de su residencia definitiva, una etapa necesaria para evaluar su adaptación al nuevo hogar, la cual transcurre de manera adecuada según el equipo interdisciplinario del Cottolengo.
En el Tía Amanda estaba en un ambiente rodeado de niños, con lo cual esta transición implica un duelo al perder ese contexto donde pasó nueve años. Ahora convive con nuevos hermanos jóvenes y adultos, con el mismo aluvión de amor y el cariño
La llegada fue impulsada por Monseñor Andrés Stanovnik y se encuentra bajo la tutela de la jueza de Menores de Capital, Rosa Esquivel, buscando un lugar con mayor complejidad para atender de manera óptima sus necesidades.
No habla, pero se comunica muy bien con gestos y es hábil para brindar respuestas al interactuar con el equipo del Cottolengo. Y aunque es solitario, no duda en recibir el amor de sus hermanos y hermanas.
“Tenemos un mundo nuevo por descubrir con Rodrigo día a día. Mantenemos un vínculo cercano con personal del hogar en el que estaba así que cualquier pedido duda o inquietud es cuestión de comunicar”, aseguran desde el equipo del Cottolengo. Y cuentan que, por su perfil, Rodrigo requería de cuidados especiales que solo una institución como esta puede brindar y sigue brindando a pesar de las adversidades y la coyuntura económica.
“Mucha gente quedó anclada en el tiempo. Esto no es un hospital de salud mental y cualquiera puede venir a visitarnos”, cuenta Paola Rodríguez, coordinadora del Cottolengo.
Los hijos de Don Orione son muy sociables. Comparten mates con los visitantes, van a pasear, viajan, van al shopping, al cine como cualquier persona. “Llevan la misma vida que tenemos todos”, aseguran.
A pesar del gran trabajo del equipo interdisciplinario, las dificultades financieras no son ajenas a este lugar. Más aún teniendo en cuenta que deben hacer frente a los gastos de los residentes mientras las mutuales Incluir Salud y PAMI adeudan siete y cinco meses respectivamente.
“Tenemos necesidades como toda casa y necesitamos de la buena providencia de la gente. Atendemos a 37 personas y necesitamos colaboración para las actividades del centro de día, pañales para adultos, leche, azúcar, alimentos no perecederos y toda contribución económica”.
Qué necesita Rodrigo
El nuevo hermanito es inquieto y juguetón, pero por su cuerpo necesita algunos elementos especiales como una bañera adecuada para su cuerpo. También requiere juguetes con sonido para estimulación multisensorial, pisos de goma encastrables para que el pueda desplazarse con seguridad en el suelo.
Fuente: Radio Dos