El pasado lunes, una familia de productores del departamento de San Roque, cuyo campo está ubicado cerca de Pedro R. Fernández, popularmente conocida como Mantilla, notó que de uno de sus corrales desaprecieron 28 vaquillonas preñadas.

La sustracción ocurrió la madrugada antes del descubrimiento y llenó de indiganción y preocupación a los afectados, ya que vieron como se perdía el fruto de su trabajo, pero más que nada por el volumen del robo, que se aleja de la modalidad que normalmente revestía al delito de los cuatreros, el robo hormiga, de a uno o dos animales cada cierto tiempo.

“Esto está muy lejos de ser un robo famélico. Es un negocio y tiene dos versiones: el robo por goteo, que van sacando uno o dos animales por mes a un productor, que en el año suma 28 o 30 cabezas; ahora se agrava la situación con robos en volúmenes más importantes, con lo cual ya hay más actores involucrados, ya que no puede pasar desapercibida una tropa de 30 cabezas siendo arreada al costado de un poblado”, expresó sobre el tema el productor ganadero Francisco Velar, quien la semana pasada asistió a la mesa convocada por el Ministerio de Seguridad para tratar el problema creciente del abigeato.

Y sobre las formas originales a las que se va convirtiendo el delito, el productor comentó: “En la costa del Uruguay hay una modalidad delivery. Se faena el animal, se lo desgüasa en porciones, en bolsitas de uno o dos kilos, y se lo distribuye con motitos. Se vende esa carne a un precio muy bajo por supuesto, porque el animal es robado y no tiene costo. Es un negocio muy rentable”.

Y apuntó también a la complicidad de los carniceros de los poblados del interior provincial y a la falta de controles sobre las carnicerías. “Si uno va a los mataderos municipales y ve la cantidad de carnicerías que hay en los pueblos, y ve la faena, no condicen los números. No tiene relación la cantidad que se faena con la cantidad de carnicerías que existen”, remarcó finalmente.

fuente:LT7

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