En perfumería, higiene personal y hasta juguetería y librería, la tendencia es clara: los ítems para varones son más caros que sus versiones para ellas. La variante local de un fenómeno mundial.

En la Argentina, las mujeres cobran 27,5% menos que los varones, enfrentan mayores índices de desocupación (10,8% contra un 9,7% general) y de informalidad laboral. A su vez, según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, cuentan con menos disponibilidad horaria para acceder al mercado de trabajo, ya que el 86% de las mujeres se dedica a tareas del hogar no pagas, mientras que solo el 41% de los varones lo hace. La batalla por la igualdad se juega en varios frentes, y el económico es uno muy importante.

Como si todo eso fuese poco, las mujeres tienen que abonar un sobreprecio en los productos que usan. Un relevamiento de TN.com.ar confirma que algunos objetos destinados al público femeninos son más caros que la variante comercializada como masculina, incluso cuando se trata de productos prácticamente idénticos. Este hecho, tan ridículo como real, se conoce como impuesto rosa.

En la farmacia y la perfumería

Para verlo basta con ir a la principal cadena de farmacias. Una máquina de afeitar de primera marca para piel sensible sale $103,20 en su versión verde y $119,35 si es rosa, aunque ambas tienen similar confección. En la góndola de los perfumes, un clásico de la infancia sale $225 para los Pibes y y $259 para las Mujercitas.

“La industria se aprovecha de las exigencias de consumo que tienen las mujeres para cumplir con estándares sociales, que hace que se sientan obligadas a comprar algunos productos”, explica Lucía Cirmi, economista e investigadora del Centro Interdisciplinario para el estudio de políticas públicas (Ciepp). Ocuparse del aspecto personal es un mandato que cae con más fuerza sobre mujeres que sobre varones, y se les cobra más porque se sabe que están dispuestas a gastarlo. “El principal problema es que las mujeres enfrentan esta diferencia de precios con mayores gastos y menores presupuestos”, amplía Cirmi.

“Aunque el costo de producción fuese más alto, igual no se debería cobrar más caro porque hay que tener en cuenta el costo implícito de la antipatía que puede generar” opina Ariel Baños, economista especializado en estrategia de precios. “Las empresas deben acomodarse a qué segmentación de precios está bien. Se ve con buenos ojos que jubilados o estudiantes tengan descuentos, pero que el precio más bajo se deba al género puede ofender en una sociedad que alienta cada vez más la igualdad”, concluye.

Juguetes y útiles escolares

Este hecho se repite en juguetes que reproducen estereotipos de género. Según una de las jugueterías más grandes del país, armar con 100 bloques de encastre una florería que aclara ser “para chicas” sale $999, $235 más que la cancha de fútbol. El cuartel de bomberos de 290 bloques ($1955) sale $1045 menos que la casa de muñecas de 240 piezas ($2999). Un kit idéntico de veterinaria sale $975 en azul y $1275 en rosa.

Emmanuel Poletto, presidente de la Càmara Argentina de la Industrial del Juguete, manifiesta: “El fabricante no estipula, no aplica un sobreprecio si es para nena. Ocurre que estos juguetes se venden más y actualizan más rápido su costo de reposición con la inflación”. Y amplìa: “A los de varones incluso se los llega a vender al costo para mover mercadería”

“Las mujeres suelen exigir juguetes más elaborados, que son más caros”, suma Julián Benítez, gerente de relaciones institucionales de la Cámara. “Los juguetes de nena son más complejos, ellas son más inteligentes”.

Ir a la escuela también tiene diferentes precios. La cartuchera de 3 pisos cuesta $819 si es de princesas y $729 si es de autos. Lo mismo ocurre con las mochilas: $1835 y $1625, respectivamente.

El fenómeno en el mundo

Un informe elaborado en 2015 por el Ayuntamiento de Nueva York reveló que, en promedio, las mujeres pagaban un 7% más por productos similares a los de los varones, cifra que crecía al 13% en los de cuidado personal. El 42% de los productos diseñados para mujeres eran más caros. Al respecto, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, planea en 2020 hacer una ley para reforzar la ya existente de 1998, que prohíbe la fijación de precios basada en el género.

En Europa la situación es similar. La consultora Idealo realizó un estudio en enero de 2019 y concluyó que los perfumes de mujer son más caros. En España, por ejemplo, su precio medio se sitúa en 0,66 euro por mililitro, mientras que el de la versión masculina es de tan sólo $0,57 euro por mililitro. La diferencia es de 15,8 por ciento.

El futuro

Según los relevamientos realizados por la consultora Focus Market, la diferencia de precios está disminuyendo: pasó de ser en promedio del 13,7% en marzo de 2018 al 11,35% en enero de 2019. “Las diferencias se ven cada vez menos porque socialmente está mal visto y las empresas no quieren ofender”, explica Baños.

También se avanza en los productos sin género. “Hay tendencia a juguetes neutros, la industria va saliendo del estereotipo y cambia con la sociedad: hay juegos de cocina que en las cajas tienen imágenes de nenes y nenas”, ejemplifican desde la Cámara Argentina de la Industria del Juguete. Incluso, “el azul y el rosa se está dejando de usar, para dar lugar al naranja y verde”.

Donde no se ha avanzado mucho es en el terreno legislativo. Durante 2018, se presentaron dos proyectos de ley en el Congreso Nacional con el objetivo de regular el impuesto rosa. Por ahora, no han prosperado.

Para la igualdad salarial aún falta mucho: probablemente cien años. El Foro Económico Mundial publicó el 27 de diciembre el Informe Global de la Brecha de Género, en el que se indica que recién en un siglo se habrá alcanzado la paridad.

Fuente: Todo Noticias

 

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