Dos fueron las propuestas que incluyeron este lenguaje pensando, en el otro y que el ritmo tradicional de Corrientes sea verdaderamente de todos. Los mediadores, el joven intérprete Franco Perroni y la acordeonista entrerriana Marcia Müller.
En la noche del domingo se dieron dos propuestas musicales que incluyeron la lengua de señas, una local y la otra proveniente de la provincia de Entre Ríos. Ambas sumaron esa nueva interacción teniendo en cuenta a una población que pocas veces puede estar al tanto de lo que ocurre en espectáculos masivos como la Fiesta del Chamamé.
La primera de ellas fue llevada adelante por Franco Perroni, joven cantante del medio local, quien interpretó el tema inédito “Cruz de Urunday”. Perroni también es integrante de la embajada cultural que lleva el mismo nombre. Después de interpretar un repertorio esencialmente melódico, dio lugar al tema en lengua de señas.
“Cruz de Urunday” fue declarado de interés municipal, al saberse que sería interpretado en el marco de la trigésima edición del Chamamé. Cabe aclarar que la letra de esta canción resultó ganadora de un certamen literario organizado por la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Corrientes en 2018. La misma recuerda el momento fundacional de la ciudad y la visión de futuro que pudo haber tenido su fundador sobre las siete puntas del río Paraná.
Franco ya lo grabó y será parte de un disco que se lanzará este año. Sin embargo, su carrera es extensa y por séptimo año consecutivo llegó al escenario del Anfiteatro con un repertorio esencialmente melódico y preparó la melodía en lengua de señas. Antes de su actuación manifestó estar “agradecido a Dios y de pisar el escenario que para todos los que están en el chamamé es lo máximo”.
La segunda fue una propuesta de Marcia Müller, artista e investigadora venida de Entre Ríos. Es la tercera vez que subía al Sosa Cordero y el primer tema que interpretó la acompañaron dos niños que cantaron “Mujer de Chamamé” en lengua de señas. Ese tema inédito cuya autoría pertenece a la misma Marcia fue traducido por los hermanos Genaro y Aquiles Seimandi.
La intérprete comentó que quedó maravillada y conmovida con el trabajo de los niños. Parte de su actuación, incluyó un repertorio en el que el acordeón verdulera fue protagonista, con él ejecutó desde chamamés de estilo tarragosero a tanguito montielero, ritmo nativo de su provincia. La selección la hizo pensando representar el gusto de la familia que viene por los temas que eran tocados en las bailantas a las que asistían sus padres.
Fuente: Diario época