“Lo que iba a ser diversión terminó en tragedia. A mí me llamaron, me enteré por teléfono. No sentí ningún alivio por no estar ahí, solo pensé en cómo estarán mis compañeros”, dice Ámbar, la niña que no subió ayer al ómnibus que volcó en la ruta 2 y desató la tragedia. Sus padres no pudieron afrontar el costo del viaje y por eso no participó.
“Gracias a Dios mi hija no estaba en ese micro”, dice la madre, de 37 años, aún conmocionada, en la puerta de su casa.
“Como no lo pudimos pagar, ella no fue. Era muy amiga de Mía, una de las chicas que falleció, y está muy triste. Esto es una desgracia”, cuenta. A Eusebia ayer la llamaron por teléfono y le preguntaron si su hija estaba arriba del micro. “Gracias a Dios ella se salvó”, dice ahora.
Cuando se enteró que no iba a viajar por este motivo, Ámbar le dijo a su madre que con ir un día al Parque de la Costa se conformaba. Y pactaron eso.
A su lado, Roxana Uberti, la tía de Ámbar, apoya el azúcar en el piso y se prepara para tomar unos mates en la vereda. Ella también tiene un hijo que fue a la misma escuela, la 41. “Ámbar está muy mal, era toda su clase, es un desastre”, se lamenta.
Eusebia Uberti y Rosana Uberti mamá y tía, respectivamente, Ambar Uberti, quien iba a viajar pero no pudieron costear el viaje Eusebia Uberti y Rosana Uberti mamá y tía, respectivamente, Ambar Uberti, quien iba a viajar pero no pudieron costear el viaje Fuente: LA NACION – Crédito: Tomás Cuesta
Para ella el problema son los ómnibus. “Esos colectivos de dos pisos son un peligro, siempre pueden volcar. Hay que prohibirlos”, piensa.
Su vecina Alejandra Cejas se suma a la charla. “Una prima de ella va a la escuela”, dice por Celeste, su nieta. “Es un dolor terrible. Hoy el barrio está en silencio”, cuenta.
Fuente: La Nación