San Lorenzo no pudo conseguir la hazaña frente a Santos: perdía 2 a 0, estaba con diez por la expulsión de Rojas, pero empató con los tantos de Di Santo y Angel Romero.
Este martes, la ilusión parecía durar poco y nada: a los 22 minutos ya perdía 1-0 por ese golazo de Marcos Leonardo Santos Almeida que definió como si fuera Edson Arantes do Nascimento.
Está claro que a este San Lorenzo de Dabove, un equipo en formación, le tocó bailar con la más fea en esta fase previa: ante el subcampeón de la última edición. Pero lo real es que San Lorenzo no bailó en la serie: en la ida, un partido raro, cuando lo tenía para el 2-2 llegó el 3-1 del Santos y, en esta vuelta, cuando estaba para el 1-1, le clavaron el 2-0.
Holan asumió en Santos en febrero. Dabove en enero. Santos ya tiene identidad, se sabe a qué juega; San Lorenzo anda en eso. O sea, Holan en poco tiempo (en un equipo que juega con varios pibes, que no puede incorporar) pudo plasmar una idea. Dabove está en pleno trayecto. Claro que, pequeño detalle, Holan agarró -repetimos- al subcampeón de América y Dabove a un equipo que entró a esta fase de Copa casi por la ventana y que no paró de comerse entrenadores: desde el 2016 hasta acá tuvo nueve.
Lo cierto es que San Lorenzo estuvo lejos del milagro, pero cerca de uno de los mejores partidos de este ciclo. Tras un primer tiempo aceptable en el que se fue abajo, en el segundo, cuando parecía estar para el cachetazo, dio la cara. De hecho, el arquero del Santos, Joao Paulo, fue la figura con tapadas clave y el responsable de la clasificación.
El 2-0, a los 11 minutos del segundo tiempo (gran jugada de Soteldo y tremenda definición de Pará), dejó lugar a la vergüenza deportiva. Y San Lorenzo vaya si la tuvo. Así vino el cabezazo de Di Santos que estiró su racha goleadora y confirmó su buen momento, y ese golazo de Ángel desde afuera, en la única en la que el arquero del Santos tuvo una respuesta floja.
Más allá del desencanto del resultado, queda la actitud para sobreponerse ante condiciones muy desfavorables, esa entrega de un equipo que dejó la piel y que terminó mostrando una imagen saludable, y hasta mereciendo ganar el partido.
Está claro, por supuesto, que este es un duro golpe para el club: por lo que significa la Libertadores desde lo deportivo, pero también desde las finanzas. Una Libertadores que generalmente le ha sido esquiva para el Ciclón (de sus 17 participaciones, en siete no pasó de la primera fase y en la última que jugó en 2019 llegó hasta los octavos).
Ahora, más allá de no haber podido acceder a la fase de grupos, la vida de San Lorenzo sigue en la Sudamericana.
Fuente: Radio Dos