El restaurante se llama Enoteca María y está ubicado en Staten Island, en Nueva York, Estados Unidos. Tras la cuarentena de coronavirus, las chefs debieron reinventarse y ahora venden salsas típicas para llevar.

Abuelas de más de 30 países se lucen como chefs preparando manjares de cocina en un sólo restaurante, donde ellas, y los tradicionales sabores y secretos de sus platos, son las protagonistas.

Antes de la cuarentena el local servía todos los días recetas italianas y de miércoles a domingos se ofrecían los platos tradicionales de los respectivos países de los ue proviene cada cocinera.

Sin dudas el eslogan de este restaurante ubicado en la Staten Island, en Nueva York, Estados Unidos, es el la propia promoción de “la comida de la abuela”, basada en ese imaginario (siendo un certeza) de que lo que cocinan las abuelas siempre es lo mejor.

Enoteca María se llama el restaurante que fue inaugurado hace 11 años por Jody Scaravella, quien tomó prestadas las recetas de su abuela, la nonna Domenica, para dar vida a este maravilloso lugar.

Las recetas internacionales van desde Panamá hasta Ucrania. Muchas de las abuelas que cocinan allí no son expertas en el tema, por lo que se les dicta cursos de entrenamiento previo para garantizar un mejor servicio a los clientes.

Según relataron las cocineras, la idea del restaurante es “trasladar la cultura” con la que carga cada plato, a todos los comensales del mundo y así, poder intercambiar preparaciones y distintos sabores de todo el globo.

Las abuelas no tienen gran experiencia cocinando para muchas personas, pero antes de trabajar allí son capacitadas y entrenadas para hacerlo.

Asimismo, el restaurante ofrece un curso gratuito donde las ancianas enseñan sus secretos para conseguir un plato perfectamente tradicional, del lugar de donde cada una proviene. El servicio se llama “entrenamiento de las nonne”, donde las abuelas enseñan sus secretos en la cocina, pero los asistentes no pueden elegir la nacionalidad de la chef.

A pesar de que la pandemia por el Covid-19 obligó a Scaravella a cerrar el restaurante para el publico esencial, el lugar se ocupó durante ese tiempo a servir comida únicamente a los trabajadores esenciales.

Sumado a que las chefs pertenecen a las personas que se encuentran en el grupo de riesgo, por lo que no pueden trabajar con el público en general, las adorables señoras debieron reinventarse.

Para poder recuperar los comensales perdidos por la cuarentena, las abuelas venden sus salsas de diversos países en un servicio “take away”, preparadas como dice la tradición, al pie de la letra.

Fuente: The City. El País.

Fuente: Crónica

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