La propuesta genera gran controversia entre médicos y fanáticos del local.
Jenny tiene 32 años y trabaja como moza en Heart Attack Grill (Parrilla de Ataque al Corazón) desde hace cinco, un restaurante de comida rápida que se jacta de tener el menú menos saludable de la ciudad: el combo se llama cuádruple by pass y consiste en una hamburguesa de cuatro piezas de carne, 20 tiras de panceta, ocho rebanadas de queso cheddar, un tomate entero y una cebolla. Tiene 9982 calorías, y el 13 de abril de 2012 se llevó un récord Guinnes por ser la hamburguesa más calórica del mundo.
«Me gusta trabajar acá, es divertido», dice Jenny, que atiende en el salón vestida con un traje de enfermera, ya que el restaurante tiene una temática de hospital. Y así funciona: antes de entrar al lugar, en la puerta hay una enorme balanza para que la gente se pese. Si el contador marca 160 kilos, o más, la comida es gratis.
Al ingresar, las enfermeras le dan un camisolín al cliente, como si fuera a internarse. De allí a la mesa, donde una enfermera toma el pedido, o la «prescripción médica». En la carta, todos los combos tienen nombre de la reconocida cirugía coronaria. Simple by pass, doble by pass, triple by pass, cuádruple by pass y así hasta el número 8, que según informan en el local es una hamburguesa que pesa casi 2 kilos, cuesta 24 dólares -pero el que quiera puede agregarle unas 40 tiras de panceta extra por otros 7 dólares más- y a la que se le calculan unas 20.000 calorías.
Con excepción de la hamburguesa simple y el hot dog, ninguno de los otros combos se puede compartir. Es más, el «paciente» que no termina la comida tiene un castigo. Jenny va y viene por el salón del restaurante con una pala de plástico en la mano, de esas que se usan para servir pizza, controlando por las mesas que todos terminen su plato. Todos hacen su mejor esfuerzo, pero hay un límite y son muchos los que no llegan a terminar su hamburguesa. Entonces Jenny los acompaña hasta un rincón del restaurante mientras todos sacan sus celulares para filmar el momento. La paliza en la cola la da Jenny con su pala de plástico. Todos se ríen, como en un sketch que se define entre lo ridículo, patético y vergonzante. Al que come hasta el último bocado, lo van a buscar a la mesa en silla de ruedas.
Desde su inauguración, en 2005, el restaurante causó mucha controversia. Están los médicos que lo critican, los clientes que son fanáticos, los curiosos y turistas que solo van para conocer el lugar y sacarse fotos.
Fuente: La Nación.