El hecho sucedió hace más de un mes cuando el denunciante recibió una imagen de tres menores en un grupo de Whatsapp.
Paso 1. Una persona encuentra en un grupo de Whatsapp que una persona envió una imagen en donde hay tres menores de edad teniendo sexo. Paso 2. La persona fue a la Justicia debido a que consideró que se trataba de difusión de pornografía infantil. Paso 3: la Justicia desestimó la causa porque consideró que eran en el contexto de “un chiste”. Ese episodio así sucedió la semana pasada en Buenos Aires.
Todo comenzó cuando el denunciante recibió en su celular una imagen de tres menores desnudos en pleno acto sexual, de acuerdo a la denuncia a la que tuvo acceso BigBang, en un grupo de Whatsapp (“La industria de los Stickers”) que integraba. Inmediatamente realizó la denuncia en sede judicial, que pudo hacer vía mail. La causa recayó en la fiscalía N° 7 de la Ciudad, a cargo de Miguel Kessler.
Incluso, para no cometer el delito de distribución de material pornográfico con menores de edad, logró que las autoridades judiciales se lo permitieran enviar de forma remota. “Me informaron que tenía que realizar la denuncia en persona y me pidieron que no les enviara el material por mail porque se configuraría el delito de distribución de pornografía infantil. Les aclaré que no tenía problema en ir a dónde me dijeran. Al rato me llamaron para decirme que tras conversarlo con el fiscal habían resuelto que podía hacer la denuncia por mail. Y así lo hice”, contó el denunciante, Rodrigo Herrero.
Un mes después de realizar la denuncia recibió la respuesta formal de la fiscalía en cuanto a la investigación. “Luego de un minucioso análisis del archivo en cuestión se advierte que, si bien se encontrarían a simple vista verificados los extremos del tipo penal, la facilitación del archivo no obedece a un sujeto que posee la intención de distribuir o publicar a otros usuarios material del tipo pornográfico infantil, sino más bien, parecería haber sido publicada con un fin burlesco o jocoso”, sostiene la resolución con la que se desestimó la denuncia y a la que también tuvo acceso este medio.
La Ciudad tuvo la primera fiscalía especializada en delitos informáticos y, como consiguiente, suele colaborar en los casos de pornografía infantil más grandes del país. Un ejemplo fue lo que sucedió con la detención, y luego condena, del médico del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan, Ricardo Russo.