El 26 de abril, a un mes y seis días del ini­cio de la cuarentena, el gobernador Gustavo Valdés anunció en conferencia de prensa que Corrientes avan­zaba a la Fase 3.

En aquellos días poco se sabía sobre la cantidad de fases que habría y las flexibilizaciones que se dispondrían en cada una, pero la medida generó la posibilidad de que los comercios que hasta ese momento estaban cerrados, pudieran volver a abrir sus puer­tas, siempre que se cumplan las medidas de distanciamiento social. Esa flexibiliza­ción también permitió la apertura de templos con un máximo de hasta 10 personas. La Fase 4 fue anunciada el 9 de mayo y permi­tió la realización de prácticas deportivas y el horario normal para los comercios. En sep­tiembre también hubo horario corrido.

Con un reclamo de equidad a la hora del sacrificio para combatir la pandemia de coronavirus, que está golpeando fuerte en Corrientes, la Asociación de la Producción, Indus­tria y Comercio (Apicc) elevó una nota al gobernador Gustavo Adolfo Valdés advirtiendo que las restric­ciones de horarios para la atención que se impuso al sector mercantil de la ciudad deriva en una desigualdad de condiciones con otros actores del mismo rubro, lo que significará -di­cen- “en un quiebre de la incipiente recuperación que se venía obser­vando”.

Puntualmente, la entidad no quiere trabajar a la siesta. Sostiene que el horario corrido, como dis­puso el Gobierno provincial en el último paquete de medidas para reducir la circulación de gente y así tratar de frenar la propagación del virus, es perjudicial. “Mantener abiertos nuestros locales en hora­rios de la siesta sin la presencia de clientes representan un gasto que no se compensa”, dicen los directi­vos de la Apicc y recuerdan: “Se nos ha suspendido el aporte por medio del ATP como subsidio al empleo y nos facilitan solamente el acceso a créditos impagables o que en la ma­yoría de los casos no son sujetos de crédito”.

La carta, fechada ayer, tiene la fir­ma de Enrique Collantes y Augusto Masocchi, presidente y secretario, respectivamente, de la Apicc. Aun­que conceptuosa en el sentido de abonar el compromiso que asumió el Gobernador para lograr que “este flagelo tenga un pronto final, lo más benigno posible”, la misiva encie­rra una queja fuerte, especialmente por las desigualdades que estable­cieron las medidas de restricción. Señalan que el comercio minoris­ta y las tiendas de la zona céntrica enfrentan ahora una competencia despareja porque otros comercios tienen mayor amplitud horaria para la atención, incluso fuera del tope establecido. Argumentan también que el sistema bancario no ajusta sus horarios a lo estipulado por el Gobierno.

La fundamentación de la Apicc es que la mayor aglomeración de clien­tes se produce en el horario matuti­no, por la actividad bancaria, y que luego, a partir de la siesta y durante la tarde los locales permanecerán vacíos, sin gente. En esa línea pro­testan porque las actividades econó­micas que se desarrollan en grandes superficies, que en muchos casos tienen idéntica oferta al minorista, gozan del status de esencial y per­manecen abiertas más allá de las 17.

“Sentimos que nos cargan la responsabilidad de la transmisión comunitaria del virus”, dicen los re­presentantes de la Apicc y solicitan al gobernador Valdés “rever la me­dida del horario de apertura y cierre de los comercios no esenciales, vol­viendo al sistema matutino y ves­pertino y las esenciales sin permitir la comercialización de productos no esenciales”.

Fuente: Diario Norte

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