Eglantine Manchuqui y Bill Dula comenzaron su amistad en 1972, cuando estaban en la escuela. Nunca se dejaron de enviar mensajes y se conocieron la semana pasada cuando él llegó desde Estados Unidos.

La primera vez que se comunicaron fue en 1972, cuando ambos estaban en la secundaria. La alumna del Colegio Nacional de San Lorenzo, Santa fe, Eglantine Manchuqui le envió una carta al estadounidense Bill Dula como parte de una actividad que le había encomendado su profesora de inglés.

La carta viajó hasta Ohio y terminó en las manos de Dula quien respondió inmediatamente. Ese primer intercambio sembró una semilla que hoy, 47 años después, sigue germinando: nunca se dejaron de escribir.

Eglantine tiene hoy 63 años y en su casa guarda en carpetas las miles de cartas que recibió de Bill. “Tengo las 47 tarjetas que me mandó para fin de año”, expresó a Cadena 3.

Tras 47 años de escribirse constantemente, contarse sus vidas a través de esas cartas y sólo hablar dos veces por teléfono, Bill -de 65 años- decidió salir por primera vez de su país y viajó hacia San Lorenzo para conocer a su amiga.

“La otra semana estábamos con mi familia y suena el teléfono. Yo le reconocí la voz. Le pregunté si era él. Yo tengo un inglés muy rudimentario y él un español igual”, dijo.

“Cuando me dijo que era él, yo me emocioné muchísimo. Me sorprendió y me dijo que estaba en Buenos Aires y ahí me di cuenta que iba a poder conocerlo”, agregó.

La primera carta

En una clase de inglés, la profesora pasó una planilla a donde tenían que llenar sus datos personales y les asignaban un domicilio.

“En mi caso fue a Ohio, de donde es mi amigo Bill. Él estaba en preparatoria. La carta llegó y él me empezó a escribir. Me pareció raro en aquella época, era difícil que te escribieran de tan lejos. Ahora las comunicaciones son muy distintas”.

En cada una de las cartas que fueron y vinieron, ambos se contaron la vida: casamientos, hijos, principios y finales.

“Yo tengo mi familia y estoy casada hace 33 años. Tengo dos hijas, una con discapacidad. Tengo una historia de vida y él la suya. Así y todo nunca nos dejamos de escribir”, contó.

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