Una fiesta de cumpleaños de una nena de tres años se convirtió en un ring de boxeo cuando la agasajada no alcanzó a soplar todas las velitas y una amiguita, ubicada a su lado, no tuvo mejor idea que apagarlas.
El momento quizás más esperado de cualquier cumpleaños, el momento donde se piden deseos y la cumpleañera o el cumpleañero se convierten en el centro de atracción de la fiesta, terminó, literalmente en una batalla campal.
Es que la cumpleañera, enojada porque su amiguita le había soplado las velitas, no dudó un instante en tomarla de los pelos y comenzar a zamarrearla.
Sin embargo, María -tal el nombre de la cumpleañera- no sólo debió soportar el enojo y el reto de sus mayores, sino que además debió soportar la actitud soberbia de su amiguita, quien permaneció inmutable junto a ella y con una amplia sonrisa de satisfacción por la maldad cometida.
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