Más de 4000 habitantes de Misión Chaqueña, en la provincia de Salta, y otras comunidades juntan agua en bidones de glifosato desechados por las fincas que fumigan la población.
A más de 260 km de la capital, en el departamento San Martín, se encuentra Embarcación, en este municipio el acceso al agua no está garantizado para todos, aun cuando el intendente LLaya lleva más de 20 años en el poder. A pocos kilómetros, la comunidad Misión Chaqueña, con más de 4000 habitantes, suplica al Ejecutivo Municipal que intervenga para brindar una solución definitiva a la escasez del liquido vital.
Falta de inversión, falta de mantenimiento, y desidia pueden ser algunas de las razones por la cual gran parte de Embarcación no cuenta con este servicio básico, mientras que otros la tiene de manera intermitente. Macarena Montero, miembro de la comunidad Misión Chaqueña, señaló “no hay agua en toda la Misión, hacemos el reclamo y el intendente no escucha, si ves el cañito vive seco y el agua que llega a veces es muy sucia, pero igual la tomamos”.
Hacer frente a la indiferencia del jefe comunal es un desafío que a diario las comunidades deben superar. Así lo intentó Leonardo, quien durante mucho tiempo trabajó abriendo pozos de agua para varias comunidades. “Hace 10 años que no viene funcionando bien, se rompió algo y el intendente no lo pudo solucionar”, manifestó, y luego de haberse especializado en este trabajo contó que por reclamar él y sus compañeros fueron echados por Llaya.
Para hacer frente a la sequía, las mujeres de la comunidad juntan agua en bidones, estos recipientes que a diario llena algún camión de la Municipalidad, son recogidos del costado de la ruta, y como nos lo explicó Leonardo, de las fincas donde se fumiga con agrotóxicos el poroto y la soja, siendo el envace de origen para este veneno.
Al ser consultado por Que Pasa Salta sobre la procedencia de estos la respuesta nos dejó sin palabras. “Los bidones que ustedes ven son tóxicos, es mortal, pero igual por la necesidad de la gente ocupan eso. Los bidones los tiran las empresas y la finca de Jalit de Pichanal que siempre tira a la orilla del camino, la gente en su necesidad va y recoge”, indicó y con los ojos cargados de lágrimas y resignación sentenció “sabemos que es toxico, mortal y trae cáncer, y seguro por eso existe mucho cáncer en la comunidad”.
Aquí es donde la indiferencia mata, y la delgada línea del silencio nos convierte en cómplices de lo que podría ser un genocidio a cuentagotas. Leonardo, como él se calificó “posero wichi”, nos dio una clase de humanidad “hicimos pozos en Misión Chaqueña, Carboncito, Padre Lozano, Hickman, Las Llanas, Dragones, Media Luna y otras comunidades de Embarcación, con las donaciones que fueron dando algunas fundaciones, la falta de agua nos llevó a reclamar y el intendente nos echó”.
Cabe preguntarnos ¿como se vive con una sentencia de muerte asegurada?, entre la falta del líquido vital, el glifosato y la indiferencia del intendente y su esposa, la senadora provincial Nora Cannuni de Llaya.
Macarena en pocas palabras y con una agonía silenciosa cerró “ya se viene el calor fuerte, necesitamos el agüita”. Por su parte Leonardo exclamó “el intendente tiene una deuda muy grande con la comunidad”.
Ganancia de pocos, sentencia de muerte para muchos
El glifosato es un potente herbicida utilizado para fumigar grandes extensiones de tierra. Con una legislación “muy permisiva”, varias empresas y productores en la provincia lo aplican indiscriminadamente. Según Leonardo, los habitantes de Misión Chaqueña y otras comunidades de la zona de Embarcación utilizan los bidones desechados en empresas como la finca de Julio Jalit, el intendente inteligente de Pichanal.
Rescatados del costado de la ruta, y enjuagados con aire y algunas gotas de agua, estos tachos almacenarán el agua que a posterior tomarán miembros de la comunidad, de todas las edades.
Por esto, QPS consultó a especialistas, sobre cual es el daño que el glifosato, junto a la indiferencia de un jefe comunal pueden causar. “Es altamente toxico para animales y seres humanos, provoca alteraciones en la piel, en el aparato gastrointestinal y también en el aparato respiratorio”, señaló.
Profesionales de la salud coinciden en que su consumo, como lo están ingiriendo las comunidades puede causar “diarrea, síndrome de mala absorción, cuadros de broncoespasmos y taquicardia”, además remarcaron que puede “alterar la estructura del ADN cromosomal, y por supuesto altera la placenta de las mujeres aumentando la posibilidad de abortos”.
Para cerrar un cuadro verdaderamente desesperante debemos aclarar que los daños de este herbicida pueden “transmitirse a la herencia con alteraciones cromosómicas que pueden generar distinto tipo de malformaciones, tumores y leucemias”, es decir la contaminación con este agrotóxico pasará por generaciones aumentando los casos de cáncer, como lo adelantó Leonardo.
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Fuente: Que Pasa Salta