“Les pido por favor que no me nombren ni muestren mi cara. Tengo mis razones y no quiero que piensen que estoy loco”, explicó el joven, de 21 años, del otro lado del teléfono ante el llamad. Su antebrazo y su rostro se volvieron virales producto de la publicación que hizo Matías Costa, su amigo, quien exhibió cuatro fotos en Twitter acompañadas por las siguientes palabras: “Un amigo se tatuó y como no le gustó el tatuaje se lo sacó con un rallador de queso. Sí, un rallador de queso”.
En las cuatro imágenes se observa el paso a paso de la historia: en la primera foto, el joven oriundo de Mendoza exhibe el tatuaje que ese mismo día se había realizado en el antebrazo. En la segunda, tercera y cuarta fotografió el rallador y las consecuencias del raspaje que se hizo con el utensilio de cocina.
Su historia se viralizó rápidamente. Sólo en la cuenta de su amigo llegó a tener más de 12 mil retuits y 60 mil likes. Si bien el común de los comentarios se centró en que lo hizo por no quedar satisfecho con el trabajo, en diálogo con este medio explicó el verdadero motivo por el cual tomó esta decisión.
“Me hice el tatuaje y a la semana quise inscribirme para ingresar en la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Si bien en los requisitos de la web no aparece, me comentaron que no podía trabajar con tatuajes visibles. Esto ocurrió en agosto de 2017. En ese momento tenía 19 años”, explicó.
Y agregó: “El otro motivo sí tuvo que ver con lo estético. Soy muy detallista y no me había gustado cómo quedó el tatuaje. Entonces busqué en YouTube maneras de borrarlo. Primero probé con una piedra pómez, pero no obtuve resultados. Entonces continué con el rallador. Me dolió y sangró muchísimo. Tenía que vendármelo constantemente y colocarle desinfectante y antiséptico. A la semana fui a un hospital y me dieron la vacuna antitetánica”.
Diego Staropoli, dueño de Mandinga Tattoo, le explicó a Infobae: “Es muy riesgoso y es posible que le quede una mancha en el lugar para toda la vida. Hacerlo de esta forma es peor porque el tatuaje se adhiere a un par de capas de piel abajo. Dudo que él se haya tatuado tanto”.
“Mi familia no estuvo de acuerdo con mi decisión, pero ya estaba hecha. Después sufrí algunos problemas personales y decidí quedarme en Mendoza y no viajar a inscribirme en la PSA”, aclaró el protagonista del relato.
Michelle Cayol, tatuadora y miembro de Poison Heart Tattoo, sostuvo: “Eso lo hacían muchas personas que necesitaban entrar a las fuerzas de seguridad y se borraban los tatuajes de la forma que sea. Yo tuve un cliente que se lo quiso sacar con una plancha hirviendo. Lógicamente le quedó una cicatriz muy fea. Si el tatuaje ya está curado, ‘clavado’ como le decimos nosotros, no creo que cure bien”.
“En el momento me arrepentí, claro que sí. Pero cuando vi que se había borrado mucho no me preocupé. Eso sí, no se lo recomiendo a nadie”, completó el joven.
fuente:infobae